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En 1.836, se decretó el traslado de la Universidad de Alcalá a Madrid, y sus edificios, en virtud de las leyes desamortizadoras, fueron vendidos por el Gobierno, que no los consideró “bien público”, sino que los enajenó como bien privado a particulares.

Los edificios fueron pasando de unas manos a otras (Joaquín Alcober, Joaquín Cortés, Javier de Quinto), sufriendo menoscabos en cada una de las transacciones.

En 1.850, el derribo de un arco de gran tradición en la ciudad,  el hallazgo accidental de los restos del Cardenal Cisneros (fundador de la Universidad) en unas obras de demolición de la Capilla, y el rumor de que se quería desmontar la fachada de la Universidad, espolearon la puesta en marcha de un movimiento vecinal, que tuvo como primera manifestación destacada un escrito de 28 de octubre de 1.850,  firmado por numerosos ciudadanos, en el que se solicitaba ayuda al Alcalde Corregidor.

El movimiento iniciado dio lugar a la creación de una sociedad filantrópica, que el 12 de diciembre de 1.850 compró por 90.000 reales al Conde de Quinto la manzana que contenía los principales edificios  de la Universidad. La Sociedad de Condueños se constituyó con 900 láminas de 100 reales, que solo podían transferirse entre vecinos de la ciudad, y de las que no una persona no podía tener más de diez.

En la Exposición de Motivos y Bases de la Sociedad de Condueños, de 1.850, se explicita la filosofía con la que se creó ésta:

“(…) nunca entró en las miras de los alcalaynos proporcionarse con tal adquisición ningún medio para lograr intereses pecuniarios ni otros ruines y mezquinos de ninguna clase, sino solo el muy Noble, Grande y Natural de que no desapareciera una obra digna a todas luces de conservarse para Gloria de la Nación"

Sobre el esfuerzo  que supuso esta adquisición, y la gran implicación de los alcalaínos en la misma, indica lo siguiente José Félix Huerta Velayos en “La Sociedad de Condueños: una historia compartida” :

“(...) Hay que destacar que el esfuerzo de los alcalaínos fue doble, porque a la notable cifra que suponían los 90.000 reales de la época había que añadir la situación de la ciudad con una economía depauperada.

A pesar de que el peso de las negociaciones recayó sobre una comisión formada por antiguos catedráticos de la Universidad, tanto liberales como conservadores, en la suscripción de las láminas que formaban el capital creador de la Sociedad de Condueños intervinieron vecinos de todas las clases sociales, trabajadores manuales, incluso alguno que hubo de poner una cruz en lugar de la firma que no sabía hacer, demostrando el orgullo por conservar la parte más noble de su pasado, y escribiendo sin duda la página más generosa de la historia de Alcalá".

Los edificios se compraron con la intención de preservarlos hasta que se volviera a abrir la Universidad de Alcalá, lo que ya solicitó la Sociedad de Condueños al Gobierno en 1.854, aunque eso finalmente no sucedió hasta 1.977. Entre tanto, los edificios principales alojaron al Colegio del Arma de Caballería (1.851), a  la Milicia Nacional (1.855), a los Padres Escolapios (1.861-1.933), al Instituto Nacional de Enseñanza Media (1.933-1.947, año en que el Instituto tuvo que trasladarse a otro lugar por el estado ruinoso del edificio), y, desde 1.960, tras restaurarse el edificio, a la Escuela Nacional de Administración Pública.

Otros edificios de la manzana propiedad de la Sociedad de Condueños se utilizaron para crear un local de ocio (“Círculo de Contribuyentes”); para uno de los primeros locales de Paradores, la Hostería del Estudiante (inaugurada por Alfonso XIII en 1.929), o para alojar a la Cruz Roja, al Colegio de Abogados o a una Oficina de Turismo Municipal.

Con la vuelta de la Universidad a Alcalá, la Sociedad de Condueños pudo por fin cumplir con el que había sido el fin para el que se creó. Se alcanzó entonces un acuerdo para que  la Universidad ocupase los edificios más significativos de la manzana, ubicándose en ellos el Rectorado. La Universidad paga por ello un alquiler meramente simbólico, y se hace cargo de su mantenimiento. Tanto la Universidad como el Ayuntamiento de la Ciudad de Alcalá de Henares han reconocido con sus más altos galardones el enorme valor de esta iniciativa ciudadana, que ha permitido conservar unos edificios que forman parte de un conjunto arquitectónico declarado en 1.998 por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

La Sociedad de Condueños, formada hoy en día por los actuales titulares de las participaciones originales, sigue administrando su patrimonio, así como participando de forma muy activa en la vida cultural y social de la ciudad.